04 octubre, 2012

Simposio de olivicultura en La Argentina

Se llevó a cabo en San Juan. Expertos de todo el mundo se reunieron para analizar la situación de la actividad.

  Luego de cuatro días de exposiciones y una gira técnica de una jornada, el VII Simposio Mundial del Olivo, realizado esta semana en San Juan dejó en la región un cúmulo de conocimientos de especialistas argentinos y de otras 31 naciones de 5 continentes.
Argentina ha sido sede por primera vez de este cónclave olivícola internacional y eso significó, además del compromiso de una buena organización, la responsabilidad aún mayor de capitalizar los cuantiosos aportes sobre los últimos avances relacionados al cultivo y la industria olivícola que centraron la atención de los más de 300 asistentes.
El Simposio acogió gran cantidad de aportes científicos. Conferencias, paneles y pósters dieron lugar al debate sobre germoplasma, genómica, mejoramiento genético y propagación, biología y fisiología, modelos de plantación y manejo de cultivo, calidad y tecnología en la industria del aceite y aceituna, también economía, marketing y propiedades nutracéuticas.
Condiciones extremas
Entre los asuntos abordados, se destacaron las recientes investigaciones enmarcadas en la biología, que indagan en la relación entre condiciones ambientales extremas y la fisiología reproductiva del olivo, tal como lo explica Hava F. Rapoport (España), del Consejo Nacional de Investigaciones-Instituto de Agricultura Sustentable.
“Limitaciones ambientales relacionadas a la disponibilidad de agua y temperaturas extremas podrían impactar críticamente en diferentes momentos durante el proceso en que, tras la dormancia de invierno, se ramifican las inflorescencias y se forman las flores individuales, que luego producirán los frutos. Tales limitaciones ambientales -destaca la especialista- podrían incidir particularmente en nuevas áreas de cultivo que varían respecto al clima Mediterráneo, en donde el olivo se originó y al cual está adaptado”.
Rapoport aportó detalles sobre casos específicos de “efecto de estrés hídrico en el desarrollo de inflorescencias, daño de helada en yemas florales, requerimiento de frío para la floración y los efectos de altas temperaturas en el desarrollo de las inflorescencias y la fertilización”.

Testeo por región
En el mismo sentido señalado por la especialista española (que nuevas zonas productivas deben testear el olivo en sus propias condiciones ambientales) el investigador israelí Shimon Lavee, de la Agricultural Research Organization de su país, recomienda que “frente a un planteo productivo industrial, habría que monitorear entre toda la gama de variedades disponibles en Argentina hasta detectar las que aporten más fruta y aceite de calidad”.
Lavee, quien llevó a San Juan sus estudios sobre “Adaptación del olivo a nuevas zonas productivas del Hemisferio Sur”, advierte que “no se puede tomar información de clima, suelo o riego de un trabajo científico y obtener conclusiones inmediatas de eso. Las variedades deben ser testeadas, pero en base a regiones, no a países”.
“Lo ideal -afirma- es realizar pruebas piloto por 4 o 5 años con varias cultivares. En términos generales se pueden cultivar olivos en cualquier lugar con clima adecuado, de hecho se pueden lograr excelentes calidades de picual o barnea tanto en España como en Argentina. La pregunta es cuán eficientes serán en lo productivo y en calidad de aceite. Porque si bien vegetativamente el olivo puede crecer en donde sea, en lo productivo es muy sensible a condiciones ambientales. De ahí la necesidad de las pruebas adaptativas”.

Cosecha mecánica
Considerando los modos de producción actual, Leandro Ravetti brindó sus aportes respecto a la “tecnología para mejorar la eficiencia de la cosecha mecánica en cultivos modernos de olivo”. Si se tiene en cuenta que la eficiencia en la cosecha se define por la relación entre la fruta que es efectivamente cosechada y la fruta que estaba originalmente en el árbol, muchos aspectos deben ser considerados en simultáneo a la hora de decidir cuándo cosecha la fruta, advierte el especialista argentino afincado en Australia.
“El momento en el cual las aceitunas tienen la máxima cantidad de aceite de alta calidad -señala- cambia según condiciones ambientales, características varietales y cantidad de fruta por árbol. Hay varios aspectos del diseño del cultivo que deberían considerarse antes de plantar, en vistas a mejorar en trazos generales la eficiencia de cosecha”.
Pone como ejemplo que “el principal logro de la poda es mejorar la eficiencia de la canopia”. Y explica: “los objetivos de podar árboles en plena producción son: generar altos rendimientos de alta calidad, estimular el crecimiento vegetativo de los brotes frutales, mantener una adecuada estructura del árbol, prevenir el envejecimiento de la canopia, eliminar madera muerta y mejorar la circulación de aire y la entrada de luz”. La poda debería también apuntar a mantener la canopia en un tamaño compatible con el manejo económico del cultivo.
Ciertos raleadores, cuando son aplicados en dosis, tiempos y condiciones correctas, pueden mostrar un efecto positivo, disminuyendo la retención del fruto y aumentando la eficiencia de cosecha. Asimismo, -enfatiza Ravetti- un control continuo del trabajo realizado por los cosechadores es extremadamente importante a los fines de mejorar y/o mantener niveles aceptables de cosecha”.
Fuente:losandes.com.ar

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